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Ana Sanz Campos

Abuelo casi por sorpresa

En una comida de trabajo, dándole a la sin hueso y entre bocao y bocao, ocurrió una de esos momentos inesperados que tienen su encanto precisamente por éso, porque en realidad están fuera del contexto en el que te ubicas.

A José María le llamaba su hijo, pendiente de una adopción internacional aunque todavía novato en esto de la paternidad. Desde la administración le anunciaban que ya tenían a dos niños rusos (chico y chica de tres y cinco años) para iniciar toda la tramitación y de aquí a quince días viajar hasta el lugar donde estos se encuentran para poderlos traer cuanto antes.

No podía ni hablar, con lágrimas en los ojos y completamente emocionado me dijo: -No los conozco de nada ni los he visto en foto, pero ya quiero a mis nietos como si fueran de mi propia sangre.-

Me pedía disculpas por la interrupción de la comida, pero con una sonrisa le dije: -¡No te preocupes! Si no fuera por estos raticos...-

1 comentario

Begoña -

Qué bonito Ana, comprendo totalmente ese sentimiento. Tú lo has dicho, si no fuera por esas cosas...
Besicos.