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Ana Sanz Campos

Las Hermanas y el comandante

El barco salía desde la bahía de Maputo atestado de gente, destino: Catembe.

Allí estaban algunas de las Mercedarias construyendo poco a poco una casa para acoger a niños de la calle.

Mientras preparaban un café con algunas galletas, entre ellas se gastaban bromas y contaban anécdotas. Yo les miraba sonriente, posiblemente celosa de ver en sus rostros tanta felicidad.

Entonces la Hermana Mercedes dijo: -¡Espera! Te voy a contar una que te va a gustar.

“Sucedió durante la Guerra de la Independencia de Mozambique. Tres monjas fuimos secuestradas. Había un comandante que era el jefe del bando. Iban con metralletas y según los cálculos que yo hice, habría unos 1.200 en esa zona de la selva.

En mi cuello colgaba una Virgen de plata de la congregación, con una cadena también de plata. El comandante la vio y me dijo: -¿Me la das? Y yo le dije: -No, no… no puedo, es el emblema de nuestra congregación-.

Él no insistió, y yo dije: ¡Qué bonito! Porque podría habérmela quitado por la fuerza…

Retuvieron a dos chicos que llevaban las manos atadas y la cara llena de golpes que les habían dado. El comandante le puso a uno de ellos una pistola en la sien.

Comenzamos a llorar. Lloraba tan fuerte como en mi vida lo había hecho. Nos dijo -¿Por qué lloráis? Dadme una razón que me convenza para no matarlos. Y empezó a preguntar una por una. A mí me tocó la tercera. Mientras mis compañeras hablaban yo no escuchaba, sólo lloraba.

Los chicos tenían una serenidad inmensa y yo pensaba: ¡Es precioso! Si yo tuviera que morir por Cristo, no sé si tendría tanta serenidad como estos dos chicos ahora…

El comandante disparó, cerramos los ojos y escuchamos: ¡Pum, pum! Pero no los mató había puesto la pistola hacia arriba y disparó al aire.

Cuando llegó a mí me dijo: -Y tú, ¿por qué lloras?-

Yo sólo pedía a Dios que me ayudara a decirle algo que pudiera salvar a los chicos, y le dije con todo el respeto y hasta con cariño: Señor comandante, si yo te viera a ti en esa situación, también lloraría. Somos hermanos, tú y yo somos hermanos. –No puede ser- dijo él –yo soy negro y tú eres blanca- Y yo le dije: y ¿eso qué importa? Todos somos hijos de Dios. Entonces se dirigió hacia los otros soldados y dijo: -¡Soltadles! Dejadles libres porque las hermanas lloran-.

Después de un tiempo nos liberaron en una frontera, cuando nos despedíamos, mirándonos a los ojos me dio la mano, fuerte, con mucha fuerza, y pensé: Mmm ¿Por qué no le habría dado la medalla de la Virgen cuando me la pidió? Y mientras estrechaba mi mano derecha con la suya, con la izquierda me quitaba la cadena de mi cuello y le puse el colgante en el suyo. Él me dijo: -¿Me la das?- Dije sí, te la doy de todo corazón. Y sonrió.

Al poco rato, mientras estaba matando al pueblo con su ametralladora, se quedó sin munición y debió de pensar: Ahora me matarán a mí…

Y así fue… pero dijo: -Por favor, antes de matarme dejadme pedir perdón a Dios, sólo pido un momento-. Y cuando terminó de rezar, lo mataron.

Yo creo que fue la Virgen la que le hizo pedir perdón de esa manera tan bonita. Lo podría haber hecho interiormente… pero no, pidió perdón delante de mucha gente”.

(La Hermana Mercedes tiene 84 años. Escuchar este relato con su voz, en el atardecer de Catembe, fue uno de esos momentos inolvidables que la vida te regala)

11 comentarios

Ana Sanz -

Hola Ico, no sé si nos conocemos, pero gracias por participar en este blog.
Sí, la mayoría de las fotos que pongo aquí las he hecho yo. Me gusta la fotografía pero la verdad es que no tengo ni idea... Tengo una cuenta de flickr en la que he colgado algunas fotos, no sé si la has visto, la dirección está un par de post más abajo.
Y ¿por qué me tira tanto África? No lo sé... hay sensaciones que no se pueden encasillar con palabras.
Siento curiosidad por conocer la cultura y las gentes de ese continente, y éso unido a que las experiencias que he tenido hasta ahora han sido todas excelentes... hacen que aumente mi deseo de ir. Pasado mañana me voy a Senegal unos días y soy feliz por ello.
A la vuelta te cuento. Un saludo

Ico -

Dura y entrañable labor la de tantos religiosos-as y demas gentes que trabajan en el Africa profunda. Una pregunta, todas las fotos aqui publicadas son tuyas,te gsta la fotografia, y bueno otra ¿Por que te tira tanto Africa?

un saludo

Ana Sanz -

¡Qué bueno que aparezcas por aquí Alicia! Me alegra saber de ti.
En mi sección de personajes también está la Hermana Carmen y en el flickr también tengo una foto con ella.
Yo seguiré soñando cada día...
Un beso

ALICIA ESPINOSA -

Perdona por no haberme presentado(he sido una maleducada)simplemente escribi sin pensar.
Yo estube en Catembe un año antes y le habia contado cosas a Salvador,que despues te facilito el telefono de las hermanas.No te imaginas lo feliz que me hace leerte y volver a recordar,viajar alli era mi sueño.Cuidado con lo que se sueña porque a veces se cumple.....
Besos.

Ana Sanz -

Hola Alicia, conoces a la hermana Mercedes? Nos conocemos tú y yo? Cómo has llegado a este blog? Perdona por hacer tantas preguntas, pero me ha sorprendido ver el comentario...
Gracias por escribir y un saludo

ALICIA ESPINOSA -

Cuando he leido la anecdota,es como si estubiera viendola,es verdad lo de su dulzura,y tiene una pasion por la vida increible,porque ademas Mercedes ha sufrido mucho en esta vida.

Ana Sanz -

Lo que son las cosas Salva... cuando te dije que me iba a Mozambique me dijiste que había unas monjas Mercedarias allí, me diste el teléfono y me puse en contacto. Gracias a éso pudimos colaborar con ellas el año pasado desde el Ayuntamiento de Cuarte, y este año, con el "escúchate Mozambique", te has encargado de que no se queden fuera y aportar un granito de arena para sumar a su proyecto. Si es que... está todo conectado, eh?

Salva -

Es verdad que toda esa gente que esta haciendo esa tarea tan callada, no falta de esfuerzos, penurias y sacrificios, cuando nos lo cuentan transmiten muchisima dulzura, por ello se merecen todo mi cariño, mi respeto y mi agradecimento por hacer que me intente poner las pilar todos los dias, por los demás. Y si me permites una frase, la encontre hace poco y mi parecio genial. " Me dormí y soñe que la vida era felicidad, desperté y vi que era servicio, serví y en el servicio a los demás encontre la felicidad"

Ana Sanz -

Sí, a mí me hizo pensar. Sobre todo la dulzura con la que lo contó... Aunque no se ve mucho y pocas veces sale a la luz, el trabajo que están haciendo muchas religiosas en algunos países es, una entrega absoluta hacia los más necesitados. Su labor es admirable.

ana -

Muy bonito y entrañable.Para pensar.....

María José -

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